SÍNTESIS ARGUMENTACIÓN · ALVARADO Y YEANNOTEGUY

La perspectiva discursiva

El discurso argumentativo se basa en la necesidad de persuadir, convencer o llegar a un acuerdo respecto a una determinada visión del mundo o de un tema. Cuando argumentamos buscamos convencer a nuestro interlocutor de que nuestras tesis son válidas y certeras.
Cuando analizamos un discruso, es importante entender que prácticas de lenguaje establece y en que campo de la práctica social se desempeña. Algunos campos en los que se desenvuelve la argumentación son el periodismo, la política, la publicidad, la justicia, entre otros. Es un discurso que nos acerca a lo posible, lo probable y su paradigma de racionalidad es la de los razonamientos cotidianos y la lógica formal. 

Es en la técnica de la contradicción o "antítesis" de Protágoras, encontramos la fuerza de la argumentación pues "todo lo que es hecho con palabras puede ser desecho por palabras". Un mismo argumento puede tratarse desde distintos puntos de vista, y eso no lo hace más o menos verdadero.
Cuando argumentamos, tratamos de convencer a otro de la justeza de nuestras proposiciones y lo hacemos hablando o escribiendo ya que sólo el discurso es portador de razón. Argumentar es dirigirse a un otro, un interlocutor, un argumento, es decir una buena "razón" para hacerle admitir algo o inducirlo a cierta conducta, Es una operación que se apoya en el argumento, un enunciado aceptado para llegar a otro enunciado menos aceptado, la conclusión. En el tránsito de un enunciado a otro, se da el trabajo argumentativo. En la argumentación interviene la racionalidad, no se trata de amenazar o usar la fuerza. El terreno de la argumentación es el terreno de lo probable, de lo opinable y no de las verdades absolutas. 

La situación de argumentación consta de un agente, individual o colectivo, que actúa para modificar o reforzar disposiciones de un sujeto respecto a una tesis o conclusión. La tesis que defiende el argumentador está siempre referida a un campo problemático (aquello de lo que trata, el tema). El conjunto de medios, de razonamientos que el agente utiliza para defender su tesis, son los argumentos.

Existen ciertas condiciones apropiadas para la situación de argumentación:
1. Que haya un otro que no tiene las mismas convicciones: un campo problemático.
2. Que el otro sea capaz de creer aquello de lo que se lo quiere persuadir: competencia.
3. Que el otro sea capaz de creer con razón, es decir: pensar.
4. Que el que argumenta crea aquello en lo que argumenta, reforzando su propia convicción porque la mentira y el engaño, no son del campo de la argumentación.

Cuando hablamos de "escena argumentativa" inmediatamente identificamos un "orador" y un "auditorio", es decir, uno que argumenta y otro que recibe la argumentación. Por más que no haya un otro físicamente disponible, la argumentación es oral en sus orígenes y siempre el orador está representando su argumento en los términos de una discusión, imaginando posibles objeciones, críticas y diálogos.

Sobre el proceso retórico

El proceso de elaboración del discurso argumentativo se construye a partir de cinco operaciones, de las cuáles, el discurso escrito conservó sólo tres. Primero, la inventio o invención se trata de encontrar los argumentos, aquello que decir; segundo la dispositio que consiste en el ordenamiento de esos argumentos; tercero la elocutio donde se agrega el adorno de las palabras y las figuras.

1) La inventio o invención es la generación de las ideas que son argumentadas. Se trata de buscar qué decir para argumentar a favor de una tesis o posición. No se trata de una invención, sino de un hallazgo, es la búsqueda de los argumentos adecuados para hacer plausible una tesis. De la inventio parten dos líneas, una lógica (que tiende a convencer) y otra psicológica, que tiende a emocionar. Para convencer se requieren pruebas. En cambio, en lo psicológico se busca conmover. Las pruebas pueden ser de dos tipos: técnicas o extra-técnicas. Las últimas son aquellas sobre las que el orador no puede operar, escapan a su poder: son datos de afuera y no son elaborados por él. Sólo pueden ser compaginadas, evitadas, escondidas o resaltadas.
En cambio, las intra-técnicas o técnicas sí dependen del razonamiento ya que el material es transformado en fuerza persuasiva por una operación lógica. Estas pueden ser de dos tipos: inductivas o deductivas. La prueba inductiva es el ejemplo, recurre a un hecho concreto, particular y generalizable. La deductiva son los argumentos y del ellos el entimema es la pieza maestra., es un presupuesto, algo con lo que todos están de acuerdo y por ende, la argumentación se edifica a partir de la presunción de esos acuerdos básicos que funcionan como premisas en el auditorio.
Los argumentos, deben buscarse en la tópica, una red de formas vacías por la cual el orador pasea el tema por determinados lugares: ¿quién?, ¿qué?, ¿ por qué?, ¿dónde?, ¿cuándo?. En la retórica aristotélica estos lugares se vuelven "lugares comunes" y son lugares comunes a todos los temas, generales y utilizables en cualquier campo del saber. Los "lugares propios" y específicos son aquellos aptos para buscar los argumentos específicos de disciplinas particulares.

La red tópica de lugares:
-De Cantidad: algo vale más por razones cuantitativas. Son de cantidad los argumentos que apelan al sentido común.
-De Cualidad: exalta el valor de lo único, de lo original, de lo distinto.
-Del orden: afirma bien la preeminencia de las causas, de los principios , o la del fin, los objetivos.
-De lo existente: este lugar propone que lo que existe, lo real, tiene más valor que lo posible, lo probable.
-De la esencia: es el reconcomiendo de un individuo que reúne en sí todas las características requeridas del tipo que represente (el prototipo).

2) La dispositio o disposición es el orden de las partes del discurso. Es un acto creativo, productivo. Órdenes distintos implican nuevos sentidos o sentidos adicionales. La dispositio clásica está integrada por cuatro fragmentos: la narratio y la confirmatio (de carácter demostrativo) dirigidas a convencer e informar. Y, por otro lado, el exordio y el epílogo (de carácter pasional) e intenta emocionar y conmover al auditorio. Estos últimos, establecen signos de comienzo y de clausura o fin del discurso.
El exordio tiene dos instancias: la captatio benevolentiae, cuyo fin es captar la benevolencia del auditorio, que depende de la relación entre la causa y la doxa. Si la causa se identifica con la doxa, el esfuerzo será normal. Si la doxa es neutra, el argumento se deberá reforzar; si la doxa es oscura el orador deberá guiar al auditorio y si es contra la doxa el esfuerzo argumentativo tendrá que ser extraordinario. 
La otra instancia del exordio es la partitio, en la cual se anuncian las partes del discurso.
El epílogo, de carácter pasional o emocional, es un signo de clausura. Se retoman los argumentos, se cierran, se resumen, se concluyen los puntos de la argumentación. Es una pieza oratoria que cierra con un golpe de efecto el argumento.
La narratio corresponde al relato de los hechos presentes en la causa. Es una preparación para los argumentos que se han de exponer en la confirmatio. Debe ser breve, clara y verosímil. Está constituida por dos ejes: el de los acontecimientos o hechos (eje diacrónico, cronológico) y el eje aspectual o durativo (que corresponde a las descripciones, que son también, actos argumentativos).
La dispositio es la parte demostrativa que se completa con la confirmatio o exposición de los argumentos. El orden de los argumentos es en sí mismo, un argumento. 
Hay tres formas de ordenar los argumentos: de los más débiles a los más fuertes, de los más fuertes a los más débiles, o el orden homérico que consiste en ordenar al principio los más fuertes, en el medio los más débiles y al concluir con los más fuertes, así se esconden los argumentos débiles. 

3) La elocutio consiste en poner en palabras los argumentos, conferirles una forma lingüística a las ideas. La forma determina el contenido y viceversa, ambos aspectos se sobredeterminan dialécticamente. El mismo contenido no es idéntico si se presenta en forma distinta.  Para Cicerón hay cuatro virtudes de la expresión: que el discurso se apto o apropiado acorde a las reglas y el contexto, la corrección léxica y gramatical, la claridad (es decir, que el discurso sea comprensible) y la belleza, es decir, el uso correcto de la lengua. Cuando los esfuerzos se centran en embellecer el discurso, aumenta la capacidad persuasiva y explicativa del discurso. Las figuras como la metáfora, son formas que salen de lo normal y revelan nuevas relaciones, roginales, distintas entre los hechos que llaman la atención e incrementan su fuerza persuasiva. Una figura puede ser argumentativa si cambia la perspectiva de la cuestión planteada. 

Comentarios

Entradas populares