Otoño en Florida · Salida de Cuarentena

OTOÑO EN FLORIDA · SALIDA DE CUARENTENA

Florida no es como Núñez. Tiene ese aspecto de pueblo pero al lado de la Capital. Tiene esa cosa bien de barrio donde caminás por la calle y los vecinos te saludan. Sus habitantes son algo que me llaman la atención, en su mayoría, o son jóvenes o son gente mayor. Sus callecitas son tranquilas. Casas bajas, descuidadas, medio destartaladas con decorados improvisados y artesanales. Hierbas y pastitos que brotan entre las grietas de las veredas. Plantas que se escapan salvajemente de los perímetros de las casas que las contienen. Gatos que te observan misteriosamente pasar detrás de la reja de alguna ventana. Florida no es como Núñez. Sus son calles silenciosas, de veredas rotas, irregulares y medio inhóspitas.
Salir a caminar después de tanto tiempo es raro. Extraño este pueblo-barrio en el que alguna vez viví. Me da la sensación de estar en otro tiempo. Para mí, es como un mundito aparte. Un respiro de las avenidas ruidosas, la gente apurada y las bocinas.
El día está gris y lluvioso. “El otoño vino de golpe”, pienso. El barrio está teñido de un color anaranjado y rojizo. Algunos árboles hace rato terminaron de desprender sus últimas hojas, otros en cambio siguen verdes y brotados.
Las calles están vacías. No hay un alma. Cada tanto, algún perro me ladra cuando paso por la puerta de su casa. Camino sin prisa, observando las hojas en el piso. Sus formas y sus colores me alucinan. Miro las ramas peladas y los troncos desteñidos de los árboles. Mi salida al chino por un paquete de azúcar para cocinar el budín de banana, se convirtió en una especie de aventura sin ningún destino en particular. Hace rato que lo pasé de largo.
No pienso en nada, sólo observo y camino. Me gusta la soledad de las calles en los días feos. Es como si el mundo se detuviera y ahora, en estos días, su quietud se hace más evidente. Cuando hace frío en Florida los vecinos se guardan. Pero en verano es muy usual verlos con la puerta abierta y el mate en la vereda. En Núñez, mi barrio, no pasa eso. Florida no es como Núñez.
Ayer llovió y el aire es húmedo. Camino y sigo mirando las hojas en el piso y me acuerdo repentinamente de mi niñez. Y es que para mí, el otoño tiene eso, es medio mágico, medio nostálgico.
Me alegra confirmarlo nuevamente: todavía, al igual que cuando era chica, me fascina el crujido de las hojas cuando las piso.



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